Las Tres mujeres de Robert Musil

Tres mujeres. Robert Musil por eva Losada Casanova

 

Autora: Eva Losada Casanova

Es posible que cuando un lector aborda Tres mujeres, lo haga con una lejana pero clara sospecha de que quizá, Robert Musil, haya pretendido profundizar en la psicología femenina, en esa naturaleza que le es ajena pero que, como buen estudioso de las relaciones humanas, se alza como un reto para el escritor que ejerce. En seguida, a medida que avanzamos por la exuberante naturaleza musiliana, comprendemos que no, y una vez más nos conformamos con un análisis masculino del territorio que se nos abre.

“…allí no le median a uno por sus cualidades humanas, como en el resto del mundo— que si era formal, poderoso y temible, o bien fino y guapo—, sino que fuera el hombre que fuera y pensara lo que quisiera de las cosas de la vida, uno encontraba afecto porque había traído la prosperidad; el afecto iba delante de uno como un heraldo; le estaba esperando en todas partes como una cama recién preparada para el huésped”.

Este análisis escorado no nos detiene. No nos importa. La profundidad, calidad, interés y prosa de Tres mujeres, está a la altura de cualquier gran obra europea de la primera mitad del pasado siglo. El lenguaje rupturista, condensado, rico y estéticamente impecable, aflora por encima de cualquier trama, de cualquier núcleo o catálisis.

“Al entrar él silenciosamente, ella le consagró la mirada que se dedica a un abrigo que uno ha usado largamente y que, sin embargo, hace mucho que no ve, o sea algo que siempre parece un poco ajeno y en cuyo interior uno sin embargo, se desliza”.

            La sucesión de símiles, metáforas y figuras narrativas varias, nos envuelven en la primera página y ya no nos abandonan hasta que en el último relato, el de la silenciosa y enigmática Tonka, aflora, finalmente la intención última del autor: diseccionar en la mesa de su laboratorio las relaciones de poder— todas y cada una—, utilizando como un tubo de ensayo ese poder que un hombre pudiente ejerce sobre una campesina a la que compara con una vaca; eso sí, una vaca atractiva, que despierta en él un claro instinto animal, un peligroso e intenso instinto animal. La primera historia se titula Grigia: una campesina joven, deseable y de convicciones firmes a quien se le cruza Homo. Un hombre poderoso de ciudad. Musil, juega con su personaje masculino como si se tratase de un ratoncillo al cual se le ha inyectado libertad y vitalidad en una mono dosis mortal. El resultado es impecable, mientras la historia se diluye, la fuerza de ambos, se concentra en la emoción del lenguaje que asume un protagonismo indiscutible y nos lleva hasta un final perfecto y glorioso. No cabría otro mejor. Es en ese momento cuando te abalanzas sobre las siguientes dos historias: La portuguesa y Tonka. En el universo de La portuguesa, la bella portuguesa, suenan trompetas fantásticas; caminamos ahora por un universo casi medieval donde Musil echa mano de una larga sucesión de metáforas e historias de gatos y encantamientos —casi un guiño al gran Poe— para mostrarnos hasta qué punto, los celos, son capaces de cavar nuestra propia tumba. Tema recurrente en su obra y en este libro formado por tres vidas bañadas por las obsesiones. ¿Las del autor? Probablemente.

            Destacan las descripciones de estas tres mujeres. Son magistrales. “Así era Tonka. A veces lo infinito cae de gota en gota”. Hay que conocer a Tonka para comprender que, efectivamente, su alma está contenida en esas gotas de lluvia.

“La persona amada no es el origen de los sentimientos aparentemente provocados por ella, sino que estos se colocan tras ella como una luz; pero mientras en los sueños existe aun una sutil hendidura por la que el amor se destaca de la amada, esa hendidura desaparece cuando estamos despiertos , como si solo fuéramos las víctimas de un juego con dobles y se nos obligara a tener por maravillosa a una persona que no lo es en absoluto. No pudo decidirse a colocar la luz detrás de Tonka”.

            Me pregunto, a medida que avanzo por este ir y venir de gestos y silencios femeninos, si estas tres mujeres no son la misma mujer a la cual acompaña tres hombres diferentes, tres Robert Musil en tres momentos de su vida. Quizá, su primera novela, Los extravíos del colegial Törless, sobrevuelen a Tonka, o quizá no. Las tres mujeres anteponen su naturaleza a todo lo demás, las tres son conscientes de su propio poder, invisible para el hombre. Y, las tres, motivan la desesperación y la locura del que las desea. Otro de los grandes temas de Robert Musil: el erotismo. El otro es la culpa. Esa culpa que se instaló en su vida de una de su obras de referencia: Crimen y Castigo.

            Tres mujeres es brillante, producto de tiempos convulsos donde el modernismo entraba gritando en Austria, donde el feminismo buscaba su espacio, donde los pilares de la moral se tambaleaban y los movimientos sociales eran mareas espumosas. Esos años que fueron el abono de grandísimos autores que, como él, vivieron en el exilio e hicieron de aquel tiempo, el eje de su obra: Broch, Schnitzler, Rilke, Roth, Kraus, Zweig, Sperber, Kafka o Canetti.

            Tres mujeres es la antesala, el camino directo hacia su gran obra, aquella para la que pareció nacer: El hombre sin atributos. La ironía salpicada de historia, imaginación, dispuesta a hacer uso del lenguaje para brillar por encima de cualquier época. “La ironía no es para mí un gesto de superioridad, sino una forma de lucha”.

            Lástima que fuera un autor escaso como alguno de su ilustres amigos. Lástima que su muerte repentina no le permitiera finalizar la obra de su vida. Y lástima que esta edición de Tres mujeres que tengo en mis manos, y tanto me ha costado conseguir traducida a nuestro idioma, (Seix Barral 1985), esté tan descuidada, con erratas y algunas frases sospechosamente mal traducidas. Pese a ello, su lectura ha sido de lo más placentero. Espero de verdad que no tengamos que aguardar a que sea de nuevo su aniversario para que se mime más a este autor. Sería una gran apuesta que fuera una grande de la traducción, como por ejemplo Isabel Adánez, la que tomase cartas en el asunto. ¡Ojalá! Dijo una lectora.

Tres mujeres. (Drei Frauen). Robert Musil. Traducción de La portuguesa Mario Benedetti. Traducción de Grigia y Tonka, Ingrid Zeder. Seix Barral (1985, 2013). Austral 2013.

Eva Losada Casanova. Escritora. Profesora de los Talleres de narrativa de La plaza de Poe.

 

4 comentarios en “Las Tres mujeres de Robert Musil

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    1. La plaza de Poe

      Gracias, Loren. Me alegra saberlo. No es un libro muy leído, pese a lo bueno que es; lástima que no quieran reeditarlo, necesita una buena revisión. Eva

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